Por: Sir Lucky Dube
CIUDADANO Y
COMUNICADOR
“Unos patriotas aman a su
país; otros aman al gobierno de su país. Los gobiernos, lógicamente, consideran
más patriotas a estos últimos.” –Jaume Perich-
A menudo, y
siempre en clave de humor o de broma, suelo decir que muy lejos de albergar
cualquier tipo de sentimiento nacionalista, yo lo que soy es barrionalista, probablemente, evocando
viejos recuerdos de mi infancia y adolescencia por los barrios de la capital…
Pero, hablando en serio y más allá de la broma que se pueda hacer con este
tema, siempre me he declarado en contra del nacionalismo, en todas sus formas.
El nacionalismo es, junto con la religión, una de las mayores causas de
mortalidad en toda la historia de la humanidad, si no la que más.
De un tiempo
a esta parte, nuestro dictador y la gentuza que le rodea se han convertido en los
adalides del nacionalismo guineano. Término que, en su infinita ignorancia,
alternan con patriotismo, como si ambos –nacionalismo y patriotismo–
significaran lo mismo. El régimen de Guinea, a lo largo de sus casi cuatro
decenios de sangrienta dictadura, se ha encargado –y en buena medida lo ha
conseguido– de sembrar la idea de que cualquiera que no comulgue con el PDGE y
con la dictadura no es un buen nacionalista o es un mal patriota, que para ellos es lo mismo. Lo
triste del asunto es que ese mensaje ha calado en la sociedad guineana. En
efecto, otro de los rasgos característicos del obianguemismo sociológico es la creencia según la cual estar en
contra del gobierno de Guinea es lo mismo que estar en contra de Guinea
Ecuatorial. El guineano de a pie, salvo contadas excepciones, parece incapaz de
discernir la ‘parte’ del ‘todo’… A día de hoy, una buena parte del pueblo
guineano asume como propio el discurso en el que ‘El Fundador’ y su jauría de
lobos les invitan a ser más “patriotas de pandereta” y a unirse en torno al
PDGE para “preservar la paz reinante” en nuestro “suelo patrio”. Paz que, según
Obiang, se ve amenazada por guineanos herejes y poco patriotas que no aman a su
país; los mismos antipatriotas que, además, se dejan engañar y manipular por el
neo imperialismo occidental más perverso. Como he dicho, lo lamentable del tema
es que la sociedad haya asumido como propio ese mensaje, obviando la realidad
palmaria de lo que se vive en el país. ¡Incomprensible!
He caído en
la cuenta de que, desgraciadamente para nosotros, hemos quedado –o quizá
siempre estuvimos– desprovistos de muchos de los consuelos y analgésicos a los
que antes podíamos agarrarnos. En ese sentido, conceptos como panafricanismo o sentimiento patriótico están ya demasiado sodomizados; demasiado
prostituidos. Obiang & Co. los
han usado tantas veces que han perdido su significado original. No es fácil
entender que personas que se hacen llamar líderes pan-africanistas tengan la
solidaridad de condenar –y bien condenado estuvo– el atentado contra la revista
Charlie Hebdo (Francia); y sin embargo, sólo tres meses después, los mismos
pan-africanistas de pacotilla –Obiang incluido– guardan silencio ante los
atentados de la Universidad de Garissa (Kenya), donde murieron 150 estudiantes africanos,
que dicho sea de paso, no se me ocurre un lugar peor que una universidad para
perpetrar un atentado. Parece difícil comprender que el señor Obiang –ese gran
patriota– prefiera pagar a funcionarios de Gabón, Zimbawe o Benín, entre otros,
antes que mejorar los paupérrimos salarios de los funcionarios guineanos. No se
entiende o, al menos, yo no entiendo que los miembros de nuestro patriótico gobierno
tengan que salir del país para recibir atención médica en occidente, cuando se
supone que ese mismo gobierno, patriota donde los haya, hace todo lo que puede
para que Guinea Ecuatorial tenga el mejor sistema sanitario posible. Se supone
que el sistema de becas de un país sirve para ayudar a que las personas menos
favorecidas puedan acceder a la mejor educación posible; entonces a mí que
alguien me explique, por favor, porque las becas con las mejores condiciones se
adjudican a los hijos, sobrinos o primos de nuestros patrióticos ‘peces
gordos’. ¡No, señores! Eso no es patriotismo. Eso es patrioterismo. Y tanto
quienes difunden el mensaje como quienes se lo tragan y lo aceptan sin el menor
análisis son unos patrioteros. En ningún
caso patriotas.
Anecdóticamente,
hace una semana, un amigo intentaba convencerme de que el fútbol o, más
concretamente, el Nzalang Nacional
era el último resorte del guineano para mostrar su patriotismo, como queriendo
decir que ir al campo a apoyar a la selección de fútbol era una de las pocas
formas que le quedaban al guineano de a pie para mostrar su ‘amor por la
patria’. Yo, lógicamente, me negué en redondo a asumir como cierta tal
aseveración. Le contesté –a mi amigo– que según su teoría, por ejemplo, Tontorín merecería ser calificado de gran
patriota, pues celebra, como el que más, las victorias de la selección.
¿Tontorín patriota? Rotundamente no. Por ahí, ya no paso.
En mi
opinión, Patria, en primer término, significa Libertad. Patria son escuelas,
institutos, universidades y un sistema educativo decente. Patria son hospitales
bien equipados y un sistema sanitario eficaz y eficiente. Patria es agua,
electricidad, vivienda y trabajo para todos los guineanos, no sólo para
algunos. Hacer patria es reducir inequidad e intentar una distribución de la
riqueza más equitativa. Patria es no tener a casi ¾ partes de la población viviendo
entre la pobreza y la miseria en un país que es el tercer productor de petróleo
del continente. Patria son derechos básicos: libertad expresión, de pensamiento
y de prensa. Patria son pensiones para nuestros mayores, asistencia y
protección para nuestros niños. Patria es promover la emancipación de la mujer.
Patria es alternancia en el poder, es perseguir la corrupción, es luchar contra
el alcohol, las drogas y la promiscuidad sexual. Hacer patria es cambiar el
relato y combatir el tribalismo con la verdad, decirle a la gente que, más allá
de etnias y tribus, el problema de Guinea Ecuatorial se llama dictadura. Construir
patria es entender y enseñar que todas nuestras esperanzas descansan en dos
palabras: Cultura y Educación.
Y a los
ciudadanos que han comprado el discurso del régimen sin pararse a analizarlo,
quiero que se pregunten ¿Dónde estaban los patriotas cuando Gabriel Lima
intentó llevárselo crudo a Sao Tomé y Príncipe, en contenedores? ¿Dónde estaban
los patriotas cuando el Tonto nacional se compraba la mansión en Malibú, la
residencia en Francia, los coches de lujo o la iconografía de Michael Jackson?
¿Por qué no salió ningún patriota a exigir explicaciones sobre el hecho de que
un miembro de su gobierno estaba siendo acusado de corrupción y blanqueo de
capitales fuera del territorio nacional? ¿Dónde estaban los patriotas cuando
murieron guineanos en el naufragio de la embarcación camerunesa y la guardia
costera guineana les negó ayuda? ¿Dónde estaban los patriotas cuando la policía
cargó contra los chavales de la UNGE en sus manifestaciones? ¿Dónde están los
patriotas a la hora de defender una patria identificada NO con las banderas, ni
los gritos, ni la selección de fútbol sino con los servicios públicos, la
sanidad, la educación y las condiciones laborales de la gente? ¿Dónde…?
Siempre he
pensado que vivir no significa sólo pasar por la vida y que nuestro deber en
esta ves intentar, en la medida de lo posible, que el poco tiempo que pasemos
en este mundo sirva para mejorar,
en algo, la vida de quienes nos rodean. Y cuanto más amplio sea el círculo
mejor lo habremos hecho... Por eso no creo en banderas, ni en himnos. Por eso
maldigo a los corruptos y corruptores que siguen expoliando mi país mientras el
pueblo guineano yace en la cama, con 40 de fiebre. Por eso escupo en la cara al
patriotero que no tiene más patria que su bolsillo, y escupo también a quien le
aplaude y le adula. Por eso execro al guineano que dice amar a su país pero lleva
una venda en los ojos. Por eso un marciano bueno está más cerca de mí que un
guineano malo. Por eso…
Porque mi patria es la gente que, en cualquier parte del mundo, lucha por
la libertad de los pueblos. Mi patria son todos los que quieren, para Guinea
Ecuatorial, libertad, democracia y justicia. Mi patria son los niños, y su
sonrisa, y sus sueños, y su esperanza. Mi patria son los luchadores que me he
encontrado en el camino. Mi patria son los hombres buenos. Los honrados
mercenarios. Mi única patria, es la que abarcan min manos.
Somewhere in South Africa
Sir Lucky Dube
¡One Love!
P.D.: Decía Arthur Ashe que «el verdadero heroísmo es extremadamente sobrio,
nada espectacular. No es el ansia de superar a todos a cualquier coste, sino el
ansia de servir a los demás a cualquier coste.» A lo que yo añado que, curiosamente, los patriotas de verdad NO suelen decir que
lo son.
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