Cordiales saludos, muy
distinguida Guillermina-Mekuy Mba Obono.
Primero, quiero que sepa que me complace dirigirme a Vd., no como persona jurídica que es, sino física, al igual que haría con cualquier ciudadano guineoecuatoriano de a pie, porque no me gustaría tratar este caso con usted como autoridad jurídica, porque no merece la pena, por tanto, en ningún momento considérese Ministra mientras lee esta carta, no quiero dirigirme a ninguna ministra, sino a Guillermina-Mekuy.
Tomo la molestia para hacerle llegar que su actitud hacia los ex empleados (y le escribe uno de los afectados directos), del Centro Cultural Guineano, hoy redenominado por usted, Centro cultural Ecuatoguineano, no es de persona cívica. Para su constancia, esta mañana, hemos tenido una cita con el Presidente de Tribunal Constitucional, quien habíamos recurrido en busca de mediación por la vergüenza que nos tiene usted sometido. Del referido encuentro, todos, amén de la decepción, nos hemos quedado absolutamente atónitos de sus falaces.
De usted, hemos esperado de todo malo, pero, lo de esta mañana, sí, le voy a ser muy franco, no en absoluto, no habíamos soñado con ello; no habíamos imaginado este grado de malignidad de su persona. Su montaje ha sido extremadamente extraordinario. ¿Cómo se le ocurrió utilizar el nombre del Presidente de la República para hacer tanto mal a treinta familias guineanas? ¿Puede usted demostrar con documentos que el colectivo afectado ha remitido al Presidente de la República, un escrito, donde solicita de su intervención en el triste caso montado por usted? ¿No se da cuenta que existen mentiras que nunca pueden encajar en ninguna casilla? Ha dicho usted que el Presidente de la República le llamó para exigirle informaciones sobre nuestro caso, porque remitimos documentos al presidente de Guinea Ecuatorial y tras aclararle el caso al Presidente, él le ordenó que no nos pagara los meses que usted misma reconoce debernos, porque no hemos sido reclutados debidamente, ¡qué patraña gorda! Para su información y de los que puedan leer esta carta, no hemos enviado ninguna carta al Presidente de la República. Reconocemos que remitimos documentos al entonces Primer Ministro y a otra personalidad, el año pasado, y en nuestro último encuentro con usted en su despacho, textualmente nos ha dicho: “Qué os habéis creído, el primer Ministro me enseñó vuestros documentos…” “¿qué os habéis pensado, que me cesarían de Secretaria de Estado? Para vuestra información, hoy estoy más fuerte que nunca…”. Me gustaría saber de su persona, cómo se recluta formalmente a los empleados en nuestro país. Si no mal recuerdo, y jactarme puedo que estoy cuerdo, ninguno de los que prestaban servicios en el Centro Cultural Guineano, ha sido admitido por su esbeltez ni por relación filial, sino que usted misma envió el anuncio a la Radio y Televisión nacionales comunicando el reclutamiento del personal. De entre las cosas que ha exigido usted figuraban: currículum vitae, Formación Académica, Instancia de solicitud a la Secretaria de Estado de Bibliotecas, encargada de Cultura (cargo que entonces asumía usted), fotocopia de DIP o Pasaporte; y más tarde, después de que hayamos enviado los documentos exigidos, por teléfono, y bajo sus estrictas órdenes, su secretaría, de la que prefiero respetar el nombre, ha ido llamando a los solicitantes. No me dirá usted que no estaba al corriente. Y la entrevista a los solicitantes lo hizo el hombre de su absoluta confianza, quien también guardamos muchísimo respeto, porque lo merece mil veces; una vez reclutado a los que ha creído que le pueden ser útiles, le llevó la propuesta y usted aprobó si tapujo alguno. Trabajamos con pujanza, celo y paciencia, creyendo entregar todo por nuestra patria, sin embargo, como áspid, tenía todo bien marcado, y nos quitó los derechos y los ha pisoteado como sólo usted sabe hacer. Sólo por el mero hecho de que nosotros, no nos hemos dejado llevar por su prepotencia y vejaciones, decidió expulsarnos, reconociendo triste tres meses de esfuerzo, prometiendo pagarnos los tres meses desde hace más de un año y hasta esta parte no lo ha hecho, porque según usted, “el Presidente ha considerado que el colectivo no merece cobrar nada, por tanto que el caso quede cerrado, porque así ha convenido el Presidente de la República”. Guillermina, ¿sabe usted que utilizar el nombre del Presidente de la Republica, en sus actos fehacientes podría tipificarse como un delito? Creo que lo conoce mejor que el escribidor de esta carta.
Este último montaje que acaba de hacer sobre el tema, es pelotear con el nombre del Presidente de la República, si es que no lo sabe.
Para no pagarnos, nos ha tildado de ladrones, ordenaste nuestra detención, tras las investigaciones policiales, se probó que todo era un complot, sólo porque no quiere pagar al colectivo los haberes retenidos. Ha utilizado todo tipo de amenaza y al no conseguir intimidar al colectivo, ahora, recure al nombre del Presidente de la República, para decir que él ha dicho que no nos pague, sólo porque no quiere usted soltar los haberes que tiene secuestrados para su beneficio personal ¿sebe algo? Esto se llama corrupción.
¿Sabe lo que significa que una madre o un padre abandone su hogar cada mañana para ir al trabajo durante tanto tiempo, y que maliciosamente una persona le esté amargando la vida, haciéndose con su sudor? Puedo permitirme el lujo de creer que tiene usted alma, si no me demuestra lo contrario; pero ¿ha tomado tiempo alguna vez para pensar en el hijo de una moza o un sereno al que está amargando la vida, dejándole experimentar el hambre o que su madre o padre tenga que ir a pedir a no se sabe quién dinero para poder matricularle y comprarle los materiales escolares? Seguro que no, porque no es madre, o quizá no ha criado en la pobreza, supongo yo.
No quiero desplumarle sobre el caso, porque sería un jarro de agua fría para usted; procuramos ser muy diplomáticos con usted, y si le molesta la diplomacia, pues díganos, entonces buscaremos otra salida adecuada. Es fácil lo que queremos: páguenos nuestros haberes que tiene retenido desde hace más de un año y gozará de los sueños sin la pesadilla nuestra.
Atentamente.
Primero, quiero que sepa que me complace dirigirme a Vd., no como persona jurídica que es, sino física, al igual que haría con cualquier ciudadano guineoecuatoriano de a pie, porque no me gustaría tratar este caso con usted como autoridad jurídica, porque no merece la pena, por tanto, en ningún momento considérese Ministra mientras lee esta carta, no quiero dirigirme a ninguna ministra, sino a Guillermina-Mekuy.
Tomo la molestia para hacerle llegar que su actitud hacia los ex empleados (y le escribe uno de los afectados directos), del Centro Cultural Guineano, hoy redenominado por usted, Centro cultural Ecuatoguineano, no es de persona cívica. Para su constancia, esta mañana, hemos tenido una cita con el Presidente de Tribunal Constitucional, quien habíamos recurrido en busca de mediación por la vergüenza que nos tiene usted sometido. Del referido encuentro, todos, amén de la decepción, nos hemos quedado absolutamente atónitos de sus falaces.
De usted, hemos esperado de todo malo, pero, lo de esta mañana, sí, le voy a ser muy franco, no en absoluto, no habíamos soñado con ello; no habíamos imaginado este grado de malignidad de su persona. Su montaje ha sido extremadamente extraordinario. ¿Cómo se le ocurrió utilizar el nombre del Presidente de la República para hacer tanto mal a treinta familias guineanas? ¿Puede usted demostrar con documentos que el colectivo afectado ha remitido al Presidente de la República, un escrito, donde solicita de su intervención en el triste caso montado por usted? ¿No se da cuenta que existen mentiras que nunca pueden encajar en ninguna casilla? Ha dicho usted que el Presidente de la República le llamó para exigirle informaciones sobre nuestro caso, porque remitimos documentos al presidente de Guinea Ecuatorial y tras aclararle el caso al Presidente, él le ordenó que no nos pagara los meses que usted misma reconoce debernos, porque no hemos sido reclutados debidamente, ¡qué patraña gorda! Para su información y de los que puedan leer esta carta, no hemos enviado ninguna carta al Presidente de la República. Reconocemos que remitimos documentos al entonces Primer Ministro y a otra personalidad, el año pasado, y en nuestro último encuentro con usted en su despacho, textualmente nos ha dicho: “Qué os habéis creído, el primer Ministro me enseñó vuestros documentos…” “¿qué os habéis pensado, que me cesarían de Secretaria de Estado? Para vuestra información, hoy estoy más fuerte que nunca…”. Me gustaría saber de su persona, cómo se recluta formalmente a los empleados en nuestro país. Si no mal recuerdo, y jactarme puedo que estoy cuerdo, ninguno de los que prestaban servicios en el Centro Cultural Guineano, ha sido admitido por su esbeltez ni por relación filial, sino que usted misma envió el anuncio a la Radio y Televisión nacionales comunicando el reclutamiento del personal. De entre las cosas que ha exigido usted figuraban: currículum vitae, Formación Académica, Instancia de solicitud a la Secretaria de Estado de Bibliotecas, encargada de Cultura (cargo que entonces asumía usted), fotocopia de DIP o Pasaporte; y más tarde, después de que hayamos enviado los documentos exigidos, por teléfono, y bajo sus estrictas órdenes, su secretaría, de la que prefiero respetar el nombre, ha ido llamando a los solicitantes. No me dirá usted que no estaba al corriente. Y la entrevista a los solicitantes lo hizo el hombre de su absoluta confianza, quien también guardamos muchísimo respeto, porque lo merece mil veces; una vez reclutado a los que ha creído que le pueden ser útiles, le llevó la propuesta y usted aprobó si tapujo alguno. Trabajamos con pujanza, celo y paciencia, creyendo entregar todo por nuestra patria, sin embargo, como áspid, tenía todo bien marcado, y nos quitó los derechos y los ha pisoteado como sólo usted sabe hacer. Sólo por el mero hecho de que nosotros, no nos hemos dejado llevar por su prepotencia y vejaciones, decidió expulsarnos, reconociendo triste tres meses de esfuerzo, prometiendo pagarnos los tres meses desde hace más de un año y hasta esta parte no lo ha hecho, porque según usted, “el Presidente ha considerado que el colectivo no merece cobrar nada, por tanto que el caso quede cerrado, porque así ha convenido el Presidente de la República”. Guillermina, ¿sabe usted que utilizar el nombre del Presidente de la Republica, en sus actos fehacientes podría tipificarse como un delito? Creo que lo conoce mejor que el escribidor de esta carta.
Este último montaje que acaba de hacer sobre el tema, es pelotear con el nombre del Presidente de la República, si es que no lo sabe.
Para no pagarnos, nos ha tildado de ladrones, ordenaste nuestra detención, tras las investigaciones policiales, se probó que todo era un complot, sólo porque no quiere pagar al colectivo los haberes retenidos. Ha utilizado todo tipo de amenaza y al no conseguir intimidar al colectivo, ahora, recure al nombre del Presidente de la República, para decir que él ha dicho que no nos pague, sólo porque no quiere usted soltar los haberes que tiene secuestrados para su beneficio personal ¿sebe algo? Esto se llama corrupción.
¿Sabe lo que significa que una madre o un padre abandone su hogar cada mañana para ir al trabajo durante tanto tiempo, y que maliciosamente una persona le esté amargando la vida, haciéndose con su sudor? Puedo permitirme el lujo de creer que tiene usted alma, si no me demuestra lo contrario; pero ¿ha tomado tiempo alguna vez para pensar en el hijo de una moza o un sereno al que está amargando la vida, dejándole experimentar el hambre o que su madre o padre tenga que ir a pedir a no se sabe quién dinero para poder matricularle y comprarle los materiales escolares? Seguro que no, porque no es madre, o quizá no ha criado en la pobreza, supongo yo.
No quiero desplumarle sobre el caso, porque sería un jarro de agua fría para usted; procuramos ser muy diplomáticos con usted, y si le molesta la diplomacia, pues díganos, entonces buscaremos otra salida adecuada. Es fácil lo que queremos: páguenos nuestros haberes que tiene retenido desde hace más de un año y gozará de los sueños sin la pesadilla nuestra.
Atentamente.
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