miércoles, 15 de junio de 2016

La destrucción moral

Por Francisco Elá Abeme

Es la peor de las destrucciones que puede perpetrar una tiranía. Y sólo puede ser obra de una tiranía nacida de la depravación moral.
     
Se trata de aferrarse al poder como refugio y de detentarlo por generaciones, para negarle al Pueblo la posibilidad de encontrarse así mismo, recuperar su yo y poder continuar su camino.

Todo empieza por la promiscuidad, la sublimación de la moral disoluta, el relativismo barato, la elección de un lema estupido  --"la pas reinante"--  para adormecer el espíritu del Pueblo, luego se concluye con enseñar al Pueblo a tener, en lugar de ser.

Es curioso. Para que nuestros Pueblos retornen a las genuinas fuentes del ser guineano, se ha sublimado la poligamia, es decir, la explosiva combinación de hombre tonto y mujer esclava.

Nadie alimenta la genuina aspiración de nuestros Pueblos a cultivarse. No hay una campaña nacional de alfabetización de nuestros mayores. No se educa a los Pueblos en la higiene colectiva, en la alimentación sana, en la potabilización del agua, en el respeto a los mayores, en el respeto a la mujer --todo lo contrario, se potencia la masculinización de la mujer--, no se enseña a respetar a los niños y a los jóvenes, en los que cultivamos nuestro futuro, porque no hay futuro. Se sitúa a los Pueblos en el nihilismo.

Allí donde se atisba el brote de la inteligencia, se ordena podar y se echa herbicida. La intelectualidad --no la prostituida-- se convierte en gangrena que hay que extirpar.

El exiliado con título no es un valor nacional a repatriar para que eche una mano. No. Es un come patatas. Por cierto, no se dice "patatas", sino "papas", así la llaman los mismos indios andinos, que son los que la enseñaron a comer a los españoles.

Particularmente, yo ya le he dicho al tirano que siete generaciones mías anteriores ya eran guineanas antes de que él emigrara de Gabón. Por lo que, por dignidad, nunca le pediré permiso para ser guineano.

Instalada en la mediocridad, para afianzarse, la tiranía cultiva el odio a lo diferente. Nuestros Pueblos no son hermanos que comparten un solar, desde hace digo siglos, sino enemigos condenados a exterminarse.

Bien. No quiero seguir con este relato. Esta es la destrucción con la que se enfrentan nuestros Pueblo. Por lo que lo importante es que saquen fuerzas de la flaqueza y combatan la tiranía hasta aplastarla. Nos asiste la fuerza de la razón.


Ah, gracias por los piropos. No hay nada como la paz interior. No es "reinante".

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