JUegos SUCIOs en la ‘Superioridad’ (la orientación de las fas)

                                 

Introducción

Observando, durante muchos años, el comportamiento de nuestras fuerzas armadas y los resultados obtenidos no son nada alentadores. La larga lista de quejas de ciudadanos dirigidas contra nuestras fuerzas armadas, la falta de transparencia en la gestión de los asuntos relacionados a la seguridad de nuestro país, las dudas (nunca aclaradas) sobre la competencia de sus aspirantes o de sus mandos, la opacidad entorno a las recompensas (en favor) y las sanciones (en contra) de sus miembros, nos hace pensar que es urgente una re-orientación de nuestras fuerzas armadas.

Estén muy atentos a la RADIO MACUTO, que les vamos a presentar, a través de una serie de artículos, los JUEGOS SUCIOS EN LA “SUPERIORIDAD”. Esos artículos que vamos a introducir son para servir de recordatorio a los mandos militares o a los aspirantes a esa noble profesión, sobre qué es lo que los ciudadanos de Guinea Ecuatorial esperamos de ellos, otras maneras, seguramente, mucho más eficaces de gestionar esa gran institución en potencia y los beneficios de temas tan fundamentales como la iniciativa, la solución de problemas reales, la disciplina personal, las ganas de aprender, etc. También nos ocuparemos de nuestra peculiar filosofía militar y tratar de demostrar cómo esa filosofía no está  ni a favor de nosotros los ciudadanos, que supuestamente pagamos sus salarios con nuestros impuestos, ni a favor de los propios militares, en su conjunto. 

Hoy en día, en nuestro país, los civiles y militares parecen, cada grupo, vivir en su propia república. La relación entre los civiles y militares están tan atascadas que es urgente para los mandos militares y los aspirantes a esa profesión, a igual que hicimos con los políticos, repasar algunos dotes de liderazgo, sin los cuales, los civiles verán siempre a los militares como asesinos y todo lo que podrán esperar de nosotros es sabotaje. Y ningún ejército del mundo, con aspiraciones de ganar siempre y en todos los campos, puede permitirse el lujo de ser saboteado por su propia población civil.

Por todo lo antes dicho, unido al espinoso tema de la impunidad, nuestras fuerzas armadas, tal y cómo las conocemos hoy, son un verdadero problema para la seguridad de los habitantes de Guinea Ecuatorial. Así que sonó ya la hora de poner aparte todas esas nuestras doctrinas baratas del pasado, que no han hecho más que llevarnos (tanto a civiles como militares) a la perdición, a la ruina o al exilio, y ponernos a desarrollar valores. 

Un pastor protestante, amigo mío, no deja de hablarme de la relatividad del éxito. Escuchémosle:“Cuando son otros (se refiere a tíos, primos, padres, abuelos, etc) los que deben decirte que debes ser militar, inspector de tráfico o de aduanas”, decía mi amigo, “son tentaciones; no sólo estás endeudado con unos animales que llamas familiares, sino que estás también muy lejos de tener éxito en la vida, tanto para ti o para tu comunidad;  sabes y sientes, mejor que nadie, que eres un perdedor, aunque vayas en un Lexus de último grito”.

Lo que quería decir el reverendo es que cada uno tiene su propio talento. Si estás donde no debes estar, por mucho que comas, por mucho dinero y bienes que tengas, estarás siempre inseguro e incómodo. Sin embargo, si de lo contrario, estás donde debes estar, a veces, seguro que te falte qué comer, pero estarás satisfecho con lo que tienes. 

Hablando de valores, es importante elaborar un paquete de ellos y divulgarlos, a ver si, de una vez por todas, con lo militares, no solo valoramos los mismos ideales como la verdad o la justicia, sino utilizamos incluso el mismo vocabulario a fin de que civiles y militares se entiendan y que podamos construir un país fuerte, lo cual no se consigue con unas fuerzas armadas dominadas por chivatos, nepotistas, mandos y aspirantes no competentes, torturadores y todo lo que aquí fastidia. 

Uno de los procesados en el “macro juicio” que siguió en mayo del 2002, decía, por ejemplo, haciendo referencia a los militares “Cuando dices la verdad, te torturan más y si cuentas mentiras te sueltan”. 

CONTINUARÁ…

Un Colaborador