Por Nvo Zang Okenve
La estupidez y la crueldad se pasean impunes por Guinea Ecuatorial. Hoy lunes 25 de abril la ciudad de Malabo está prácticamente vacía. Ayer, día de las elecciones, no había nadie en la calle. Un tipo, Clemente Engonga, que ha dado bastantes muestras de tomar decisiones arbitrarias, ilegales y estúpidas, impuso que durante el dia de ayer, hasta hoy a las 12 no circulara ningún vehículo terrestre o aéreo.
Nunca entenderemos la razón de esta medida. Solo sabemos los graves problemas que esta decisión ha causado a todos los residentes aquí en Guinea. Ninguna tienda abrió desde el viernes, obligando a la gente a hacer acopio de víveres para casi cuatro días. Y es que otra decisión de este tipo, ministro del Interior especializado en cerrar ONGs y en cometer ilegalidades en la más absoluta impunidad, fue prohibir la venta de bebidas alcohólicas desde el viernes día 22. De prohibir la venta de alcohol se pasó a cerrar todas las tiendas, bares, abacerías y restaurantes durante tres días.
Vivir en Guinea es estar sometido a todo tipo de decisiones arbitrarias que ponen en riesgo nuestras vidas unas veces y otras veces nos crean enormes dificultades. La única razón de ello es hacernos ver que ellos mandan aquí con las armas como única razón.
Clemente es el ejemplo del tipo de personas con las que se rodea Obiang Nguema: zafio, inhumano, insensible, encefalograma plano. O sea, una singularidad de hombre, cuyo rostro refleja bastante el embrutecimiento que le caracteriza.
No es Clemente Brutus el único que llama la atención estos días por sus dichos y hechos dignos de un botarate.
Alguien le ha superado y se llama Nicolás Obama Nchama, ministro de seguridad. Decir aquí seguridad es sinónimo de inseguridad para las personas. Cualquier cosa que digan o hagan estas gentes del tinglado de seguridad pone en riesgo la seguridad de las personas.
Alguien le ha superado y se llama Nicolás Obama Nchama, ministro de seguridad. Decir aquí seguridad es sinónimo de inseguridad para las personas. Cualquier cosa que digan o hagan estas gentes del tinglado de seguridad pone en riesgo la seguridad de las personas.
Ese hombre, cuyo curriculum es como el de un niño nacido hace un mes, dirigió personalmente el ataque a la sede del partido CI, en el barrio Perez, en la carretera de Malabo a Luba, cerca del estadio. Le vieron a Nicolas ordenar al teniente de la policía que dispararan dentro del patio de la sede, donde se hallaban unas 200 personas, en un espacio de 20 metros de largo y 15 de ancho, amurallado.
Nicolas estaba acompañado, dicen, por otro ser extraño amante del crimen, Cayo Ondo Mba, que recientemente fue nombrado jefe de los armados jubilados. Dicen que este Cayo se ha convertido en pastor de una de estas iglesias heterodoxas que crecen como hongos aqui, pero por lo visto sigue extasiándose ante el sufrimiento de personas. Muy mala combinación la de Nicolas y Cayo, la peor.
En el fragor de los disparos contra la sede Gabriel Nze, Nicolas se agachó, cogió una piedra y la lanzó contra el edificio de CI, justo en el momento en que debía alcanzar el orgasmo. A su lado, Cayo sacó la pistola y se dispuso a pasarlo en grande olvidándose un momento de las oraciones de su iglesia pentecostal. Por un momento gozaría del placer sádico que en el pasado conoció. Y luego pediría perdón y todo quedaría olvidado. Cayó vació su cargador contra el edificio de CI, entrando en trance.
Mandar disparar gases lacrimógenos sobre un patio
amurallado lleno de personas no es propio de un ser humano. Nicolas no debe serlo. Lo que hizo es un crimen.
Parece que fue Cayo el único que disparó con arma de fuego sobre las oficinas de CI hiriendo al menos a un joven en el pecho. Los policías dispararon proyectiles de gases lacrimógenos creando terror.
Los policías antidisturbios crearon disturbios dentro de la oficina de CI. Todos ellos atacaron un lugar privado, igual que lo haría un terrorista. Fue un crimen total y absolutamente. Si hubiera un fiscal en este país, Nicolas Obama Nchama y su compañero Cayo el tiraflechas estarían bajo su colimador. Si hubiese justicia, ambos descerebrados estarían en la cárcel. Pudieron matar a más de cien personas desarmadas recluidas en una residencia privada.
Y el tonto de Nicolás explica que lo hizo para impedir que salieran a manifestarse. Más idiota no se puede ser.
Si hubiera vergüenza y sentido de la responsabilidad por parte de Obiang, debería dimitir ya y marchase a su casa.
Hubo numerosos heridos. Desconocemos todavía si ha habido muertos, porque pudo haberlos entre los detenidos que luego fueron agredidos o entre los jóvenes que en el terror subieron por la pared trasera y se lanzaron en el barranco.
De los detenidos en Bata poco sabemos todavía. Pero aquí en Malabo, Nicolás y Cayo pudieron causar una tragedia. Ambos deben ser procesados y expulsados del poder, a toda prisa.
No se puede tener a un idiota al frente de fuerzas de seguridad, por muy dictador que sea su jefe.
No nos consta que Obiang hubiera estado en Pérez disparando contra CI, pero parece que tenía ganas de hacerlo también. Obiang desea disparar contra todos nosotros pero no puede porque es muy conocido.
Pudo haberse vestido de policía antidisturbios y escondido tras ese uniforme, dar rienda suelta a su manía agresiva. Todo puede ser en esta Guinea gobernada por locos
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