CUENTOS DOCTRINALES I
En realidad no son, en el
fondo, más que refranes expresados no con una sentencia breve, cuajada,
profunda como los otros refranes sino que se expresa bajo forma de un breve
relato. Pero cuando el utilizador sabe que entre sus contertulios el cuento es
sabido, puede delimitarse a expresar la sentencia final que representa la
moraleja o idea que se quiere plasmar.
Ésaá émen éñ’aatéra lúgh é buán báéñ (el padre es el primer esposo de sus propias hijas)
Un
matrimonio tuvo cuatro hijos: una niña y tres niños. Y como es costumbre entre
los fang, los hijos se casan traspasando la dote que hubiese recogido la
familia del previo matrimonio de alguna de las hermanas. Habitualmente la menor
del que se casa. Pero a este hombre se le presentaba un dilema: tenía tres
hijos y una sola hija, en otras palabras, sólo una dote ante tres hijos que
casar. Así que un día fue a consultar al mendjím
súsóo (oráculo) y éste le dejó un esúaéguáé (pócima mágica). Así
es que cuando dijo el primer hijo varón que se quería casar, dieron en
casamiento a la única hija y con la dote, se trajo a una nueva nuera en la
familia.
Cuando el segundo reclamó su turno, cogió la pócima y la derramó sobre
una cabra, que se convirtió en una despampanante joven hija a la que casó y con
la dote, cumplimentó con su segundo hijo.Y como no podía ser menos, cuando le
tocó el turno al tercer varón, hizo lo propio con un perro que también se
convirtió en una hermosísima hija que casó y con la dote le trajo una mujer a
su hijo último varón.
Pasado un tiempo, un día que el hombre estuvo
reposando con sus hijos y otros habitantes del poblado en la Casa de la Palabra
vieron pasar por el camino a un hombre que reconocieron, del poblado donde él
casó a una de sus hijas; así que le invitaron a descansar un poco antes de
continuar para poderle invitar a comer y tomar algo. Ante la hospitalidad, el
hombre le dijo: "ya entiendo de dónde trae tu hija estas excelentes
costumbres, porque en mi poblado se porta como una verdadera persona".
Pero apenas se hubiera alejado del todo aquel hombre, entró otro al que atendió
igualmente. Pero éste le dijo: "como es la naturaleza tan injusta: cómo
puedes tú ser tan buena persona y engendrar una hija como la que está casada en
mi poblado. Porque aquella niña tiene las costumbres como una auténtica cabra". Y antes de cerrarse la tarde que
apenas les aceptó la invitación con la excusa siguiente: "sería inmoral
por mi parte aceptar vuestra invitación porque en nuestro poblado vuestra
hermana se porta como una verdadera perra de rapiña. Se ensaña contra todo el
mundo como perro rabioso y nadie la aguanta; así que ¿cómo podría aceptar yo la
invitación de la familia de una persona que tanto odio?
Cuando se cayó la noche, el hombre miró a sus
hijos y a sus acompañantes y les dijo: yo sí sabía que sólo engendré una hija ,
pero con ella casé a una perra y una cabra.
.
Este refrán, se aplica en los casos en los que
se quiere hacer ver que son los padres los primeros que conocen todos los
defectos y las virtudes que tienen sus hijos. Así que cuando otras personas
vienen a presentar alguna queja sobre su comportamiento, ellos ya saben de qué
va.
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