sábado, 2 de julio de 2016

Obispos africanos: Diferencias de talante y de talento



"Los señores Juan Nsue, Juan Matogo, Idelfonso Obama y muchos miembros de la alta casta clerical que ensucian el buen nombre de su Iglesia deben ser convocados a Roma para unos ejercicios espirituales sin fin y sin retorno". Buenos candidatos hay para regenerar y reconducir el rumbo de una pobre iglesia opiácea, sin sal, sin levadura.


OBISPOS GUINEANOS INCAPACES DE CONVERTIRSE

La praxis absolutamente equivocada de la cúpula de la clerecía guineana, decidida a seguir poniendo dos velas al diablo, dejando a Dios a oscuras. El mayor ataque a la Iglesia Católica no son unos "dibujitos" sino la conducta pública de esos clérigos casados con el régimen del mal y que ven cómo sus "maridos" y protectores llevan a los fieles al matadero ... y ellos sin abrir la boca, sellada a cal y canto y hormigón, absolutamente incapaces de orientar sabiamente al sabio de su protector dictador. ¿Con qué autoridad y credibilidad pueden invitar al pueblo llano a la CONVERSIÓN si son incapaces de convertirse ellos mismos a la verdad del evangelio que dicen predicar y que no admite componendas con la opresión sobre quienes son "hijos de Dios" a manos de los "hijos de satanás" atrincherados en el poder para hacer de la vida cotidiana de los guineanos y guineanas un auténtico infierno, una vida sin derechos, sin libertades? ¿Tendrán alguna vez coraje evangélico de posicionarse del lado del Pueblo, que es también "Pueblo de Dios"? Yo creo que no.

PERSEVERE EN EL MAL DELIBERADAMENTE

Como ya dije en una anterior ocasión, el régimen del que forman parte los tiene bien acojonados, es decir, fuertemente cogidos por los cojones. Esta cúpula de la clerecía está empecatada y no tiene ya solución. Se obstina -deliberadamente- en el mal y es ya incapaz de convertirse, arrepentirse y hacer penitencia. Según la doctrina de su propia confesión religiosa, esta perseverancia en el mal -que causa un daño moral al Pueblo guineano incluso en vidas humanas- es una auténtica blasfemia contra el Espíritu Santo que no tendrá perdón nunca. Según esa doctrina, la blasfemia contra el Espíritu Santo es presumir y reivindicar el “derecho” de perseverar en el mal. Y no lo digo yo. 

EL RÉGIMEN SE HA ADUEÑADO DE ESA IGLESIA

Lo que sí digo yo y muchos que desean celebrar el DIVORCIO DEFINITIVO es que los impenitentes señores Juan Nsue, Juan Matogo, Idelfonso Obama y muchos miembros de la casta clerical que ensucian el buen nombre de su Iglesia y que han vendido la biblia al diablo deben ser convocados a Roma para unos ejercicios espirituales sin fin y sin retorno. En el clero hay candidatos valiosos que podrán reconducir el rumbo de esa pobre Iglesia opiácea. Para que el Espíritu Santo pueda renovar la faz de la Iglesia católica guineana es absolutamente necesario que estos falsos pastores que no acompañan al Pueblo en sus sufrimientos y que han conducido el rebaño al redil del régimen de lobos. Incapaces de SERVIR como pastores, han convertido sus diócesis en regímenes dictatoriales, absolutistas, en ministerios autoritarios. 

APOYO A LA DICTADURA Y DICTADURAS EPISCOPALES

¿Saben los guineanos cuántos sacerdotes de las dos diócesis guineanas viven exiliados en el extranjero a causa de la dictadura de sus obispos? Claro que entre estos exiliados diocesanos hay algún pistolero que sirvió -¿y sigue sirviendo?- al régimen. Entre su apoyo a la dictadura criminal que oprime a los guineanos y su propia dictadura episcopal que destroza la "comunión eclesial" se hace urgente un auténtico cambio de mentalidad -imposible- y una renovación total de la dirección, TAMBIÉN IMPOSIBLE. Sabemos que estos obispos no han sido elegidos ni por el Espíritu Santo, ni por el Papa ni por "por la gracia de Dios". Hasta Franco o Pinochet lo saben. Quienes niegan el derecho de VOTO LIBRE a los guineanos tienen DERECHO DE VETO. ¿Queda alguna esperanza? Mientras el dictador tenga derecho a opinar (=decidir, seleccionar) sobre los dirigentes de la Iglesia católica, éstos tienen mucho que agradecer a quien será su principal mentor. Y devolver el favor con apoyo expreso y el silencio cómplice. En fin, la esperanza de regeneración es lo último que se puede perder. ¿Podrán los nuevos sacerdotes contribuir al cambio de bando de esa Iglesia posicionada del lado de la banda, poniéndose ellos del lado del pueblo?

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